Por: Alessandro Pierozzi  –  Fotos: Roberto Sastre

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8 de noviembre de 2024.

 

Es necesario recordar siempre –aunque parezca una obviedad– que el embrujo de danzar puede llegar a ser igualable a cualquier otra representación artística como la música, la pintura, el teatro, la arquitectura… Que el cuerpo humano con su movimiento natural consiga expresar emociones únicas es digno de elevar al mayor de los altares de la creación: coordinación, musicalidad, expresión, aprendizaje, amor, sacrificio, sonrisas y lágrimas, disciplina, técnica o sentimiento son algunas de las piedras angulares que los bailarines siempre deben guardar en su mochila vital. Cuando esos ingredientes se consiguen armonizar en un todo, es cuando el bailarín pinta su mirada con brillo, abraza la alegría con sus movimientos y regala generosidad con su desempeño.

La compañía de danza española de Antonio Najarro nos invita a recorrer los recovecos del alma en un nuevo viaje: Romance sonámbulo. Una formación joven –en cuanto a media de edad–, aunque experimentada –en lo artístico–, que, bajo un título tan carismático, presenta cinco estampas nacidas a la sombra de poemas nocturnos del granadino más universal: Federico García Lorca. Un tema que, a pesar de la indiscutible dicotomía belleza-dramatismo que transmite y de que pueda considerarse demasiado manido por su recurrencia –lo que podría llevar a la tentación de caer en los mismos lugares comunes de siempre–, Najarro lo afronta con un relato interesante. Rodeado por la siempre efectiva y efectista dramaturgia de Alberto Conejero, la genuina y cuasisinfónica música de José Luis Montón y un vestuario tan lírico como etéreo creado por Yaiza Pinillos, el coreógrafo se adentra en la vida y mensaje del genial escritor mostrando su sello sin reserva: calidad técnica y expresiva de los bailarines, estilización de movimientos, guiños al folklore, al flamenco e, incluso, a la danza clásica y contemporánea, coreografías corales, estética perfumada, narrativa retórica…

Desde la ensoñación neoclásica de su niñez y juventud en Aire de nocturno o Amor imprevisto a su irreparable pérdida, en El poeta dice la verdad, pasando por su temprana madurez y reafirmación personal en Conjuro y Romance sonámbulo, el relato, centrado en el Lorca “más misterioso y nocturno” –fantásticamente protagonizado por Daniel Ramos–, transcurre por veredas de plata, palomas de libertad, olas de sensualidad, jinetes heridos, bosques de tristeza o recuerdos de la Granada nazarí. Junto a él, la compañía inseparable de una luna plateada y femenina, oscura y misteriosa. Mensajera de la muerte en los versos del genial escritor, el protagonista (bailarín narrador) busca y encuentra en ella sensualidad y cobijo, aunque también negritud y desesperanza –papel que bordaron María Fernández en lo dancístico y María Mezcle desde el cante y la declamación–

A pesar de los desajustes naturales de un estreno y las numerosas interferencias sonoras creadas por los bailarines al arrastrar los zapatos, seguramente debido a un problema técnico de ajustes entre la reverberación del escenario y la sonorización de los músicos –única nota negativa de la velada porque causaron desconcentración en el seguimiento del espectáculo–, la presentación ante el público congregado mostró momentos destacables como los dos pasos a dos entre la luna y Lorca, repletos de sensibilidad y elegancia; el paso a tres del joven poeta con las dos palomas, interpretadas por Izan Soriano y Diego Olmier; el conjuro de los jinetes heridos, destacando en ellos la verticalidad coreográfica y la simbología a modo de resonancia “onomatopéyica” de las castañuelas (trotes de caballos); la pureza de la Semana Santa con una saeta adornada de un blanco inmaculado o la seguidilla/verdiales en el poema de Soledad Montoya, –interpretada apasionadamente por Lidia Gómez–,símbolo final de tragedia y redención; y, por último, el logrado recuerdo final, a modo de resumen, por parte de cada uno de los protagonistas en cada uno de los cuadros bajo la calidez ocre de unos cenitales. Todo ello acompañado por una preciosa banda sonora, interpretada por un fabuloso cuarteto, dirigido por la guitarra de José Luis Montón, con un estelar Thomas Potiron al violín. Claramente, la música en directo marca la diferencia.

Antonio Najarro, guiado en esta ocasión por la poética de Lorca, sigue con paso firme en su idea artística de defensa y divulgación de la danza española. Como en cualquier representación artística podrá gustar más o menos, pero ahí está su trayectoria, su trabajo y un estilo tan personales como innegociables, tan evidentes como efectivos. Y ahí, sin duda, puede que resida la clave de su andadura. ¡Viva Lorca y viva la danza!

Danzar a la luz de la luna

A propósito del estreno de Romance Sonámbulo en el teatro Mira de Pozuelo de Alarcón

 

Por Miguel Castro Muñiz para ULI Magazine
9 de noviembre de 2024

Lorca es teatral hasta en su poemario y el Romance sonámbulo de Najarro extrae con fuerza, desde el tuétano, el misterio lorquiano del romance, tanto escénico como danzario. Anoche regocijaron de alegría los huesos del bardo granadino, estén donde estén.

Pocas veces vemos la conjugación casi perfecta de un equipo de trabajo como el que ha logrado aglutinar este director, coreógrafo e idealista (en el programa de mano aparece que esta gala ha sido idea suya, ¿no hallaron un nombre para el oficio de quien suelta una idea?, he puesto el que mejor me ha parecido: idealista). Pocas veces una camarilla con tanta gente estrella en lo suyo, logra el impacto del esplendor. Aunar celebridades en torno a un mismo pensamiento, es quizás el trabajo más espinoso y casi irrealizable que hay. No hay detalle de excelencia que escape en esta puesta en escena, ni siquiera los sombreros, nada.

Recuerdo la producción La Argentina en París de este mismo director, porque quizás fui el único espectador (algo de caritate me estoy dando) cuya mente cruzó el charco atlántico y voló a La Habana desde su luneta, porque fue Antonia Mercé La Argentina, quien deslumbró y despertó la vocación de una niña cubana que el firmamento de la danza teatral escénica y el arte coreográfico se encargarían de darnos a conocer, a todos los terrícolas, con el seudónimo de Alicia Alonso. La Alonso un buen día del año 1998, me llamó, más bien me ordenó, para que cuidara y exhibiera, en urna de cristal, el traje con en cual La Argentina bailó aquel día que llenó sus ojos infantiles, bailando la rumba Cuba de Albéniz (año de 1936, quizás fuera su última gira antes de subir junto al Altísimo). El traje, con el compromiso de resucitar en museo, había sido entregado a la prima ballerina assoluta, por Antonio Ruiz Soler, junto a otras piezas excepcionales de su colección privada. Jamás olvidaré un documento de carácter oficial, comprendido en el lote, firmado por el sin igual, con rúbrica legible: Antonio, bailarín de España. El coleccionismo en danza no puede escapar a cierto fetichismo que le es inherente.

Con ello quiero enfatizar sobre la fuerza con que la danza española entró en el metabolismo del ballet llamado clásico. A veces se olvida que son dos grandes eras: la romántica del paradigma Giselle y la clásica de El Lago de los cisnes (o simplemente Lago, como dicen los bailarines cuando les preguntas qué están ensayando). Petipa vino a España para beber de esa fuerza inconmensurable porque para los rusos Quijote es de ellos también y había que vestir su idea, y fusionar los pas heredados de la escuela francesa, con la bolera, el flamenco y la sevillana.

Su versión de Quijote es algo risible porque asombra ver que en el tercer acto, para acentuar que se trataba de un ballet clásico, endilgó a las bailarinas, los tutús emblemáticos del “nuevo” arte que estaba creando para el pueblo ruso. Fue tan hercúleo, tenaz y vigoroso el esfuerzo de este francés afincado en Moscú, que hoy día es imposible convencer a un ruso de que el ballet no es un arte engendrado por ellos.

Quiero resaltar, dentro de toda la excelencia que vimos anoche, el trabajo de la maître de ballet, por la pureza con que cuidó la disciplina de los movimientos, de los pasos. Las reglas de Bournonville estaban siendo vigiladas al milímetro. Hacía tiempo que no tenía la sensación de que los bailarines saltaban o brincaban. Los catorce danzantes estaban muy imbuidos, muy contagiados, del mundo lorquiano, se veían muy poseídos
por el espíritu del poeta.

A la salida alguien me decía: “Ha sido un espectáculo insuperable”. No, ha sido y ha estado en su justa medida y valor. A veces confundimos una gran producción con el desmadre de recursos de todo tipo. Esta ha sido estrenada para también darnos a conocer que una producción es grande cuando ha sabido colocar todos los recursos en la tesitura de lo justo, en aras del buen gusto.

Lorca en Pozuelo, casi na’

Por Omar Khan para SusyQ Danza
Madrid, 09 de noviembre de 2024

Estrena esta noche Antonio Najarro con su compañía ‘Romance sonámbulo’, su propia y personal lectura del Lorca más surrealista. La hemos visto y esto nos ha parecido…

Ni el de las hermanas de luto ni el de los novios a la fuga. Tampoco el de aquella mujer seca mal vista por todo un pueblo… no es casualidad la elección del Lorca más surrealista y creíblemente inverosímil.
El del verde que te quiero verde, aquí bailado por una intérprete de rojo, o el de ese Romance sonámbulo, que da título a la nueva y deslumbrante producción de Antonio Najarro para su compañía, que esta noche y mañana podrá verse en el Mira Teatro, de Pozuelo de Alarcón (su sede en Madrid), en el que será el arranque del periplo de una pieza que está llamada a viajar por muchos escenarios y predestinada a escuchar ovaciones donde llegue.

Y es que, más allá de Lorca, de los sueños y de la danza española en todas sus facetas y variantes, Romance Sonámbulo es, sobre todo, un espectáculo.
Najarro, siempre dueño de una elegancia e indiscutible buen gusto, sabe cómo y cuándo disparar los resortes del despliegue visual, de la combinación más sorprendente de esos bailes, incluyendo danza estilizada y folclor, de las emociones escondidas en esas danzas…

Articula el creador madrileño, ex director del Ballet Nacional de España, una propuesta muy astuta que se sirve del Lorca menos convencional, encajado en un puñado de poemas inteligentemente seleccionados, bien por su enigmática abstracción o por el más delirante de los onirismos, lo que le proporciona un marco, un asidero firme desde donde tomar las riendas (el simbolismo lorquiano, el mismo Lorca como presencia, sus poemas a viva voz o cantados y lo que el coreógrafo sabe que nosotros sabemos del poeta granadino), pero al mismo tiempo le deja plena libertad para poder ser Antonio Najarro, con ese vocabulario y formas propios y ya perfectamente identificables pero fiel al estilo y reglas de las danzas autóctonas que tan bien sabe defender.

Estructurada en cinco cuadros y un epílogo, Romance sonámbulo arranca con el mismísimo Lorca durmiendo, lo que ya de entrada nos deja dubitativos sobre si ha despertado o sigue soñando durante toda la representación.

Es el sueño como leit motiv. Nos lo presenta en ropa interior y lo va vistiendo cuidadosamente a lo largo de tantas danzas y poemas hasta dejarlo listo para enamorarse y enamorarnos en ese epílogo con aire de grand finale, que es resumen de todo lo visto y todo lo bailado.

Suponer que Lorca soñaba en clave de danza española es licencia legítima que aquí se toma un coreógrafo contemporáneo que ha luchado siempre por la innovación desde el respeto a la tradición.

Cuatro jinetes…

Aunque hermanados por la estética, cada cuadro tiene su propia personalidad. El primero, todo blanco y más cerca de aquel ballet neoclásico de los años noventa que de la danza española -con sus bailarines descalzos y sus mallas de atrevidos diseños- es preámbulo a otros momentos y situaciones más flamencos y lorquianos, destacando muy especialmente Conjuro, con cuatro fantasmales y varoniles bailaores que sacan gemidos a sus castañuelas y hacen de sus cuerpos jinete y caballo a un tiempo, convirtiéndose así en una suerte de centauros oníricos.

Antonio Najarro es de esos coreógrafos obsesos que dejan su huella en todos los aspectos de sus producciones y otorgan igual relevancia tanto al buen hacer y el buen bailar de sus bailarines como a los trajes que los visten, la luz que los hace visibles y la música que los acciona. Su sentido global de la composición, en este sentido, es admirable. Por eso es cuidadoso con el equipo del que se rodea. Alberto Conejero desde la dramaturgia sabe cómo contar sueños. Vuelve con Yaiza Pinillos, que le sabe crear trajes que narran historias, bellos y cuidados, sí, pero también expresivos para cada momento. Lo mismo para la iluminación de Nicolás Fitschel, responsable de las atmósferas oníricas y la música en directo, discreta y eficaz, de José Luis Montón, con referencias a lo español pero nunca desbordadas, españolizadas ni obvias.

Los bailarines, un equipo de solistas reunidos, merecen mención especial por entrega y compromiso. Todos de altísimo nivel, tienen conciencia de colectivo pero se desvelan virtuosos en lo individual. Un Daniel Ramos superlativo asume la voz cantante encarnando a un Lorca que sabe serlo bailando pero también actuando y recitando, cuidando el salto, la mano expresiva y el tempo corporal pero también la mirada, el espíritu y la voz, siendo encarnación verídica de un poeta que no se distingue humano o fantasma, sueño o realidad…

Sus intenciones son claras, diáfanas y lícitas. Romance sonámbulo está hecho para gustar, y gusta… quiere exaltar el lado más bello y amable de la danza española, y lo exalta… desea que notemos el esmero y el cuidado de su producción, y lo notamos… no se mete en jardines, ni siquiera cae tentada por reinventar, elucubrar o escarbar en el simbolismo lorquiano. Ni falta que la hace. Le basta con ser lo que quiere ser: un gran espectáculo bien hecho evocativo de un Lorca personal, soñado e imaginado. Su eficacia reside en que apela directamente a lo sensorial y nos deja el intelecto dormido. Exactamente, como en los sueños…

Foto: Roberto Sastre

Lorca Soñado

Antonia Mercé, ‘La Argentina’, la huella española en el París de los felices veinte.

La Fundación Juan March y Antonio Najarro rescatan la figura de la histórica bailarina con un espectáculo que recuerda la presentación en París, en 1928, de los Ballets Espagnols

ABC

Danza española escénica en todo su esplendor: Antonio Najarro, el ADN de «La Argentina», la belleza plástica y la excelencia musical

codalario.com

La Compañía de Antonio Najarro deslumbra el teatro del Generalife con ‘Querencia’, donde tan solo busca la armonía estética de los cuerpos, de los movimientos y del conjunto

Sobresaliente ‘Querencia’. El espectáculo de la Compañía de Antonio Najarro (anterior director del Ballet Nacional de España) que pudimos ver el sábado en el teatro del Generalife es un ejemplo claro de evolución. La danza española no está trasnochada sino que la lectura que de …

 


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En busca de la belleza

Querencia, la mejor coreografía de Antonio Najarro, en los Veranos de la Villa

Antes de nada, ¡qué grandes bailarines de danza española tenemos en la actualidad! Esta afirmación con exclamaciones no implica que antes, en el pasado próximo o más lejano, no los tuviésemos, porque si por algo nos caracterizamos es por haber tenido magníficos intérpretes de nuestra danza. Pero es importante señalarlo así, con ese entusiasmo. El siglo XX es el siglo de la Danza Española como arte coreográfico de alta cultura y nuestros bailarines actuales siguen engarzándose en el  XXI como  preciados eslabones de esta extraordinaria cadena. Querencia Najarro Veranos Villa

Mariemma diseñó la forma de estudiar este arte cuando se puso al frente de la cátedra de Danza Española, desde 1969, en la entonces Real Escuela Superior de Arte Dramático y Danza, sita en la quinta planta del Teatro Real y, desde entonces, hemos visto crecer a intérpretes de altura. E implantó la manera de aprender: ballet clásico, escuela bolera, folklore, flamenco y estilización, a la que podemos definir como la creación coreográfica utilizando el vocabulario que nos aportan todas las otras especialidades, con el añadido técnico que ofrece la danza académica como base. El bailarín profesional de danza española que tiene cualidades y está formado así puede bailar lo que le pongan.

Por Cristina Marinero

Querencia Bolera

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operaworld
Querencia, la mejor coreografía de Antonio Najarro

Éxito asegurado tiene ‘Querencia’, nueva producción del creador madrileño que tuvo su preestreno anoche en el Teatro Mira, de Pozuelo. Allí estuvimos y así te lo contamos…

 

Texto_OMAR KHAN Foto_ROBERTO SASTRE

Madrid, 07 de mayo de 2022

Aunque físicamente no hay nada en el escenario que no sea el espacio, lejos está Querencia de la austeridad y la desnudez. Antonio Najarro, que siempre ha tenido gran sentido del espectáculo, ha encontrado complicidad en un equipo altamente creativo y profesional para crear una aparatosa pero intangible escenografía hecha de luz, sonido y telas elegantes, que vistieron de espectacularidad el escenario del Teatro Mira, de Pozuelo, donde anoche se produjo el preestreno de la primera obra que crea íntegramente para su renovado equipo, ahora reactivado después de su gestión al frente del Ballet Nacional de España. Cierto es que ya había presentado Alento, pero era más bien obra de transición y tanteo, que tuvo estreno como pieza breve en el BNE y alargado con su nueva compañía.

Con un joven, potente y enérgico equipo de 16 bailarines en estado de gracia se suceden en Querencia once variados y contrastados cuadros abstractos, que fluyen con serenidad y, sobre todo elegancia, en perfectas transiciones que ofrecen un paseo emocionado por las distintas formas de la danza española, con especial interés por la danza estilizada, que ha demostrado desde siempre ser, a un tiempo, debilidad y punto fuerte del coreógrafo.

A Najarro, con un estilo que siempre apunta en la misma dirección, le interesa la belleza en términos absolutos y a ello se aboca como nunca en Querencia. Sin ser espectacular como el número final -todo un golpe de efecto tremendamente eficaz para cerrar-, esta inclinación hacia la belleza perfecta se evidencia mejor en otros momentos más sosegados de la propuesta. En este sentido, el sexteto de castañuelas, que es puro ingenio y perfeccionismo, se abre paso como lo mejor de la velada.

No hubiese llegado tan lejos solo. En primer lugar, cuenta con un disciplinado equipo de bailarines compenetrados todos a una, condición indispensable para una pieza que es principalmente coral, aún cuando tiene solistas de vuelo y altura. Carlos Romero, uno de ellos.

La música a la carta de Moisés Sánchez, sin españolismos, obviedades ni estridencias, le crea la atmósfera adecuada y coopera en la perseguida belleza. La luz de Pau Fullana es expresiva, un ente sensible y vivo, decisivo en la impecable factura de la propuesta, al tiempo que los trajes de Yaiza Pinillos, cromáticamente estudiados, tirando siempre hacia grises y negros metálicos de máxima elegancia, con brillos sin estridencias y deslumbrantes puntos de color perfectamente focalizados (esos amarillos, ese rojo), reinventan para nuestro tiempo y sensibilidad los de la danza española de las tradiciones, y hacen más bellos, si cabe, a estos diestros bailarines. Vaticinamos gran éxito y larga vida a esta producción en España y garantía de triunfo en el extranjero.


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LA BELLEZA, SEGÚN ANTONIO NAJARRO

Memorable estreno de la Compañía de Antonio Najarro

“Querencia” el nuevo espectáculo que la Compañía de Antonio Najarro ha estrenado en el Teatro Mira de Pozuelo ha sido todo un acontecimiento. El simple hecho de que una compañía privada, en los tiempos que corren, asuma el resigo de poner en marcha una obra con 16 bailarines, ya es de por si algo muy meritorio.

 

“No te puedes imaginar el dineral y el esfuerzo que me ha costado esta producción. Pero siento la responsabilidad de llevar la danza española como se merece a través de una compañía privada”, nos comentó Antonio Najarro.

 

El estreno ha sido un éxito. “Querencia” atrapó al espectador en esa especial nube de felicidad que proporciona el placer de contemplar algo único. El artista es creador de universos, generador de mundos inexistentes hasta que estos cobran forma y se ofrecen a su público. Y eso fue lo que sucedió, sentimos que todos se habían entregado. Se nota que han dado todo.

 

Los once cuadros que componen el ballet están unificados por la línea estética de corte elegante e innovador de Antonio Najarro. Los aderezos empleados fueron perfectos: el vestuario de Yaiza Pinillos se conjuntaba con la logradísima iluminación de Pua Fullana. En el cuadro V, por ejemplo, se apreciaba incluso la armonía de las luces de los focos con los colores de los mantones de las bailarinas, cual sutil arco iris; la partitura de Moisés Sánchez se acopló muy bien con las danzas, alternando algún momento de lirismo con la fuerza rítmica que exige el coreógrafo.

 

Y es que “Querencia” es un mosaico. Cada una de sus once partes tiene una personalidad propia, siempre bajo la distinta inspiración de las ramas que conforman la danza española, unas piezas más boleras, otras más flamencas y otras, como el cuadro VIII, inspiradas en el folklore. Y ahí es donde surge la verdadera naturaleza de los intérpretes. “¡Qué bien han bailado!”, era el comentario unánime que a la salida se repetía entre los maestros invitados al pre-estreno.

 

Destacaron los pasos a dos como el que Tania Martín y Carlos Romero que bordaron el cuadro II; o el de Cristina Cazorla y Daniel Ramos en el Cuadro IV con su exhibición de arte bolero; Lo solos de Carlos Romero (en el Cuadro Sexto, muy bien arropado por Álvaro Madrid, Izán Soriano, Alejandro Lara, y Álvaro Brito), Lidia Gómez (Cuadro VII) y el del penúltimo cuadro, donde Daniel Ramos hace todo un alarde de su gran personalidad. Las partes de conjunto, o los tríos como el cuadro IX (Tania Martín, Álvaro Madrid y Alejandro Lara)… Y es que nada se repetía, cada cuadro era diferente, contribuyendo a una amenidad de todo el conjunto que se unificaba por la línea estética del sello Najarro.

 

Los que fuimos al Teatro Mira de Pozuelo tuvimos la sensación que asistíamos a la botadura de un mágico navío, que se dispone a surcar los mares del mundo enarbolando el estandarte de la danza española.

 

Próximamente la nave arribará a los puertos de Corea y Francia. Y emprenderá rumbo de regreso a España donde participarán en Los Veranos de la Villa de Madrid con orquesta en directo (Patio Conde Duque), Festival de Jerez…

Muchos éxitos y buen viaje.

 

MERCEDES ALBI

Fotografía: Roberto Sastre


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albidanza
«Querencia» un memorable estreno de la Compañía de Antonio Najarro

Querencia, la excelente propuesta dirigida por Antonio Najarro, que fusiona la tradición y la modernidad de la danza española de manera magistral
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Excelente propuesta dirigida por Antonio Najarro